fotos: Dalia Chávez
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Con tanta pobreza en el país y tanto ingenio mexicano ¿para qué ir a un circo? si en los cruceros hay payasos, lanza-fuegos, equilibristas, acróbatas, faquires, malabaristas, lazadores, bailarines, imitadores… Todo un set de entretenimiento que trabaja por “lo que guste cooperar”.
En busca de estos circenses me lancé a las calles y pronto di con dos dragones urbanos (traga-fuegos, lanza-llamas) que han hecho de este oficio su único sustento.
No tener familia ni estudios los invitó a estar en la calle, así que desde los 8 años aprendieron a contener en la boca un trago de diesel y escupirlo sobre una antorcha, para así lanzar una llamarada al aire, apantallar a la gente y pedir una moneda.
“Me acuerdo que tenía hambre y vi un muchacho tirando fuego y me le acerqué, le pedí una botella y empecé a tirar fuego, así fue como aprendí”, me platicó El Pollo (Jonathan), jalisciense que lleva más de la mitad de su vida dedicado a este acto. Tiene 19 años.
Cuando los vi, El Pollo aventaba lumbre parado sobre los hombros de Mauricio, y pensé que sólo él era dragón, pero no: al rato Mauricio (del D.F.) se empinó el combustible y se fue a aventar fuego frente a los carros, para aprovechar el rojo del semáforo.
Me defiendo con lumbre
No les ha pasado cosa grave aún, pero conocen los peligros de su oficio: “los riesgos que corro es que me vaya a quemar, que me vaya a caer de arriba de mi compañero o que me atropelle un carro”. Y también se exponen a situaciones macabras, en especial cuando son niños, aunque los dragones cuentan con un arma mortal: fuego.
“Una vez un señor me quiso subir al carro pero siempre me defiendo con lumbre… y otra vez casi me atropellan”, me narró El Pollo, con un tono de voz tan quedito y lento que me hizo pensar en los daños cerebrales por saborear combustible.
Pero ellos aseguran que usar diesel es menos riesgoso que la gasolina, porque no es tan flamable (requiere más calor para prenderse) y “no te pone loco”.
“Se pierde el sabor de la comida, pero la garganta no se me lastima porque me lo echo a la boca y lo conservo en la boca, porque si me lo trago es como estarme matando más rápido”.
Apágala, ahí vienen
En las calles los ambulantes sufren otro inconveniente: la policía municipal, que los levanta, multa, encarcela o a veces sólo les quita su dinero. Mauricio explica lo que viven.
“El único problema es con la policía, para qué vamos a decir que no, es parte de su trabajo, pero estás vendiendo y te llevan, estás limpiando vidrios y te llevan, estás tirando lumbre y te llevan, pero te pones a robar y ni en cuenta te toman, y te pones a hacer algo honrado y es cuando más llegan”.
Mientras platicábamos, El Pollo se echó el trago de diesel y prendió la antorcha, pero Mauricio la apagó ante la presencia de unas patrullas. Los policías pasaron y El Pollo, aún con el combustible en los cachetes, volvió a prender fuego para continuar el show.
“Ellos van a decir su versión porque es el gobierno y no le podemos ganar al gobierno nunca, y menos nosotros que estamos aquí tirando fuego”.
Y efectivamente, el gobierno dio su versión: los dragones, payasos, limpiavidrios, mendigos y semejantes violan artículos del Bando de Policía y Gobierno, que prohíbe “arrojar líquido y objetos, prender fuego” (artículo 56), “causar molestias a las personas en lugares públicos” (art. 58), “usar disfraces” (art. 67), “mendigar en áreas públicas” (art.73), “realizar cualquier actividad comercial sin el permiso correspondiente” (art. 76). Y alégales.
Yo tiro aquí, pareja
La vida en las calles es dura, y cuando se consigue una buena esquina, hay que defenderla. El Pollo y Mauricio han tenido que embroncarse cuando otro dragón intenta acaparar su lugar, pero antes tratan arreglarse con diplomacia.

“Si llego y hay otro tirando le digo ‘sabes qué pareja, yo tiro aquí, éste es mi semáforo, voy a comprar mi diesel y ahorita que regrese te mueves por favor’, ya que si no, a ver qué más pasa”. O sea: a pelear, cosa que también saben hacer.
Ellos tiran en la Zona Río, en un crucero que para los ambulantes es muy codiciado porque “pasa gente del otro lado y dan bien”.
Sí ha bajado gacho
Diario sacan cerca de 200 pesos para cada uno, pero antes (de la crisis) ganaban hasta 900 pesos en una jornada. Por suerte, el aumento del combustible no les ha afectado ya que con 8 pesos logran aventar fuego hasta por 40 minutos.
“Ahorita la verdad la gente ya no está cooperando como cuando recién, sí ha bajado gacho”, me contó Mauricio y le creo: en lo que estuvimos platicando fueron pocos los que contribuyeron (¡no sean codos!).
Sus gastos principales son en renta y comida, como cualquiera, porque (diferente a lo que muchos creen) ellos no viven en la calle, sólo trabajan ahí.
“Yo pongo parte de la renta y después compramos en El Florido comida, 200 pesos pa’ la semana, y lo demás para lo necesario de la casa, para nosotros, para comprarme un pantalón en la Zona Norte en el tianguis, nos compramos tenis o ropa, porque pues nos gusta andar vestidos, no todo el tiempo andamos así” (Insisto: ¡no sean codos!). Por cierto: están disponibles para fiestas.
Mal ejemplo
No está por demás aclarar que inhalar o tragar combustible es nocivo: irrita el estómago, los pulmones y la piel, y puede producir efectos dañinos en el sistema nervioso, como problemas para respirar, mareos y dolores de cabeza. Si se consumen grandes cantidades se puede caer en coma y llegar a la muerte.
Por eso, Mauricio aprovechó mi visita para enviar un mensaje a los nenes: “no hagan esto, no es bueno, estudien, mejor vayan por el buen camino, no sigan los ejemplos que tienen en la calle”.
Aunque El Pollo tiene otra visión: “que se cuide y le eche ganas la gente, cualquier problema que tengan no es imposible”.
Los dos suenan sensatos.